El load testing es el proceso de someter una aplicación a cargas crecientes de usuarios o peticiones simultáneas para ver cómo se comporta bajo presión. La idea es medir métricas clave como throughput, latencia y estabilidad, y detectar a tiempo cuellos de botella, fugas de memoria o saturación de CPU. Herramientas como JMeter, Gatling o k6 permiten simular escenarios realistas —desde un pico de tráfico inesperado hasta el uso diario intensivo— para que puedas preparar tu sistema antes de que se rompa en producción. Es fundamental para ajustar el escalado automático, asegurar la resiliencia y evitar esas caídas que siempre llegan en el peor momento.